Saladillo despide a un maestro del bandoneón y el tango
Se cerró el fueye pero no su sonido
Oscar Domínguez, nombre inseparable de la cultura tanguera de Saladillo, falleció el domingo 27 de abril de 2025 en esta ciudad, donde dejó un legado artístico y humano imborrable. Nacido el 23 de junio de 1940 en Las Heras, localidad ubicada a 148 km al norte de Saladillo, hijo de Domingo Isaías Domínguez y Laura Angélica Chiappa, pasó sus primeros años en la zona rural hasta que, en 1954, se trasladó al casco urbano para vivir con sus abuelos. Residió en Saladillo desde la década de 1970.
Un artista completo
Domínguez encarnó la pureza del músico integral: destacó como intérprete magistral del bandoneón, compositor de decenas de obras, arreglador de sensibilidad única y pedagogo generoso. Su arte, siempre al servicio de la belleza y la emoción, trascendió fronteras a través de giras nacionales e internacionales, aunque fue en Saladillo donde sembró sus proyectos más queridos: la Agrupación de Bandoneones Saladillo y el Quinteto La Cuarentena, iniciativas que democratizaron el tango y dejan un huella para las nuevas generaciones.
Video – ADIOS NONINO – OSCAR DOMÍNGUEZ – Daniel Piazzolla, hijo de Ástor, cuenta lo siguiente: «la noticia de la muerte de Vicente Piazzolla, apodado «Nonino», alcanzó al músico en plena gira por Centroamérica, en 1959. En octubre de 1959, el mismo año de la muerte de su padre, y ya de regreso a Nueva York, donde estaba viviendo, el bandoneonista argentino ÁSTOR PIAZZOLLA compuso el tango “ADIÓS NONINO”, en memoria de su padre. Papá nos pidió que lo dejáramos solo durante unas horas. Nos metimos en la cocina. Primero hubo un silencio absoluto. Al rato, oímos que tocaba el bandoneón. Era una melodía muy triste, terriblemente triste. Estaba componiendo «Adiós Nonino». Este tango fue grabado en el mes junio/2021 en el teatro Marconi, de Saladillo (Buenos Aires-Argentina, por el maestro Oscar.
Lección de vida
Más allá de su talento, Oscar dejó una enseñanza perdurable: que no hay arte verdadero sin voluntad, disciplina y entrega. Su taller, su oficina que el llamaba “la cueva” fue escuela para quienes abordaron la música con seriedad; su vida, un ejemplo de cómo el genio creativo puede conjugarse con la humildad. Como bien se ha escrito en estas páginas a lo largo de los años, su trayectoria fue un faro para el tango local. Pero aún quedan capítulos por narrar, historias íntimas, anécdotas de backstage, el impacto en sus alumnos, que el tiempo se encargará de iluminar.
Video – «VIEJO RINCÓN» – AGRUPACIÓN DE BANDONEONES SALADILLO – El maestro Oscar Domínguez creó en el año 2003, una formación de bandoneones única en su tipo: Agrupación de Bandoneones Saladillo. Bautiza con este nombre al grupo debido a que, cuando arriba a Saladillo, en 1978, descubre que en esta ciudad había un gran número de bandoneonistas. De ahí en más, Saladillo es «La ciudad de los bandoneones». Con este conjunto más la participación del músico y cantante, no vidente, Rodolfo «Maneco» Casavalle, graba en el 2010 el tango «Viejo rincón» de Raúl De Los Hoyos.
El adiós
Hoy, el universo tanguero está de luto. Los bandoneones celestiales, ya guiados por Gardel, Piazzolla y Troilo, reciben a su nuevo solista con un «¡Che, fueye maestro, llegaste al cielo!». Saladillo, en cambio, guarda su eco en calles que vibraron con sus interpretaciones, en discípulos que perpetúan su estilo, en partituras que siguen hablando.
Como se escribió en algún artículo: «Se cerró el fuelle, pero no su sonido, / porque Oscar se hizo tango / y el tango es infinito».
Este medio invita a recordar su legado escuchando sus obras o compartiendo anécdotas bajo el hashtag #GraciasOscar.
Video – PIRINCHO – AGRUPACIÓN DE BANDONEONES SALADILLO – «PIRINCHO» obra del maestro bandoneonista OSCAR DOMÍNGUEZ , director de la orquesta, creada por él en el año 2003. Intérpretes: AGRUPACIÓN DE BANDONEONES SALADILLO con el cantor EMMANUEL MACHADO. AUGUSTO ULDERICO CICARÉ nacido en la localidad de Polvaredas, Saladillo (Buenos Aires, Argentina)es el mayor inventor de transportes viviente en la Argentina. No existen dudas sobre el orgullo que sienten por él en Saladillo, su ciudad. La calle que lleva hasta la fábrica de Helicópteros Cicaré tiene el nombre de su genio más querido: Augusto Cicaré, el legendario “Pirincho”.
«Descansa en paz, maestro. Tu música no tendrá silencios.»
Video – VIEJO RINCÓN – QUINTETO LA CUARENTENA – Versión de la creación del tango «Viejo rincón»(*) que me han dedicado, estos queridos amigos, notables músicos saladillenses, lo que agradezco infinitamente. Lo he recibido con gran emoción y me da energía para seguir trabajando en pos de la figura emblemática de Raúl De los Hoyos. No puedo ocultar el honor que me han conferido. dado que es la segunda dedicatoria de este tango en 95 años. La primera al Dr. Francisco Emparanza, también saladillense, hecha por el creador, en la tapa de la partitura, original, de 1925. (*)Primera versión con clarinete y cuarta desde el 2010 del maestro Oscar Domínguez
Palabras para un adiós que no cierra
Despedir a Oscar el «fueye amigo», me llevó a recordar canciones como «Cuando un amigo se va» del cantautor Alberto Cortéz «…cuando un amigo se va deja un espacio vacío…”, «Tema de Pototo» de Luis Alberto Spinetta que señala que «Para saber lo que es la soledad tendrá que ver que ya a tu lado no esta», o las de los Enanitos Verdes «un amigo es una luz, Brillando en la oscuridad, Siempre serás mi amigo, No importa nada más», todos los mensajes son tan ciertos, que cuando te pega de cerca se vuelve tan real, querido Oscar, que al final me quedé pensando en dejarte algo de mi puño y letra:
«Palabras para un adiós que no cierra»
Amigo, y la lágrima,
el espacio que dejas
no es solo un hueco en el aire:
es una geografía nueva,
un mapa con fronteras de silencio.
Las canciones ya lo dijeron
—Cortez, Spinetta, los Enanitos—,
pero el eco de tus palabras
convirtió los versos en profecía:
ahora sé que la luz de un amigo
es también la sombra que enseña a caminar.
Te llevas pedazos de nuestros momentos en radio
y esos ratos en «La Cueva» donde hilvanamos recuerdos
y tejimos charlas vanas, con colores musicales
pero me dejas el arte de extrañar:
un oficio lento como el humo,
que se eleva y dibuja tu nombre en el vacío.
No digo «hasta nunca», solo «aquí estoy»,
aprendiendo a vivir, con el ruido que hace
tu ausencia de bandoneón al caer en el alma.
Y además, para vos este cuento:
Cuento sobre el Papa Francisco, Oscar Domínguez, otros amigos y la Orquesta de tango de El Cielo.
Por Luis Perrière
Según fuentes confiables, el Papa Francisco, conocido por su profundo amor al tango, días después de su partida, el 21 de abril de 2025, se dio cuenta que necesitaba algo más celestial que coros gregorianos, en su nueva estancia. Dicen que, soñó con una Orquesta de Tango del Cielo, un conjunto musical que uniera a las grandes leyendas del género tanguera en una melodía divina. Pero para semejante proyecto, necesitaba a alguien con talento multifacético: un bandoneonista virtuoso, compositor inspirado, autor de letras con alma, productor audaz y representante de artistas resuelto para llevar adelante programas, proyectos y contactos celestiales.
Entonces, buscó al hombre indicado: Oscar Domínguez, una figura clave en el mundo del tango, con la experiencia y la pasión necesarias para armar esta formación única. Con su ayuda, el Papa convocó a los más grandes nombres del tango, de todos los tiempos del mundo, de aquí, de allá, como del más allá, para crear una orquesta sin igual.
La Orquesta del Cielo reuniría a Astor Piazzolla en los arreglos, Carlos Gardel como voz principal, Aníbal Troilo en el bandoneón, Horacio Ferrer para letras, y biografías y Osvaldo Pugliese en la dirección. Incluso se rumoreaba que hasta los ángeles harían coros.
El proyecto, bautizado cariñosamente como «La murga del Cielo» (en lunfardo papal), prometía ser el evento cultural más importante de esas alturas, con presentaciones en plazas conformadas por distante espacios estelares, en masas nubosas y giras por el Paraíso.
Así, entre rezos y tangazos, el Papa Francisco y Oscar Domínguez demostraron que, cuando se trata de música, Dios también baila milonga y comenzaron a charlar sobre el asunto.
El Café El Cielo y el debate celestial del tango
Cuentan que, para sellar el acuerdo de la Orquesta Celestial de Tango, el Papa Francisco y Oscar Domínguez se reunieron en el Café El Cielo, típico rincón de los tangueros celestiales, fundado por el mismísimo Raúl De Los Hoyos, músico de las esferas superiores y uno de los impulsores de la idea.. Entre cortados que nunca se enfriaban y medialunas que sabían a gloria, se armó la discusión más importante:
-¿Cómo la vamos a llamar? ¿»Orquesta Tango de El Cielo» o «Orquesta Típica Tango de El Cielo»?— preguntó el Papa, mientras Gardel, desde una nube, tarareaba «Volver» de fondo, ”…y aunque no quise el regreso, siempre se vuelve al primer amor, la vieja calle donde el eco dijo tuya es su vida, tuyo es su querer, bajo el burlón mirar de las estrellas, que, con indiferencia, hoy me ven volver…”
Oscar Domínguez, fiel a la tradición, argumentó:
-«Típica» le da ese aire de vieja guardia, pero que se fue renovando, de autenticidad… como cuando Troilo y Pugliese mandaban en la pista, embebidos del pasado, y las nuevas olas tangueras.
Pero Ástor Piazzolla, apareciendo en una ráfaga de viento revolucionario, intervino:
-Si le ponemos «Típica», ¿dónde queda la innovación? ¡Hasta los ángeles quieren algo nuevo!-
Mientras debatían, Aníbal Troilo y Horacio Ferrer anotaban ideas en un pentagrama dorado, y Carlos Gardel, con su eterna elegancia, propuso un término medio:
-¿Y si le ponemos «Orquesta Celestial de Tango» o mejor «Orquesta Típica de Tango de El Cielo» porque aquí se funda? Así nadie se ofende…-
Al final, entre risas y algún que otro reproche en buen onda, quedó el nombre «Orquesta Típica Tango de El Cielo», pero con una cláusula divina: cada concierto tendría un toque de vanguardia, «pa’ que hasta San Pedro se anime a bailar una milonga con ritmo nuevo en escenario».
Y así, entre el humo del café en el «Café El Cielo» de Raúl De Los Hoyos y los acordes de un bandoneón que nunca desafina Pichuqueando, nació la formación más gloriosa de todos los tiempos… y los hitos que vendrán después.
Pero, justo cuando el nombre de la orquesta parecía decidirse, Raúl De Los Hoyos, dueño del lugar y alma tanguera de las alturas, dejó de tocar el piano, se produjo un silencio muy vivo y dijo con voz firme:
-¡Un momento, che! Si vamos a armar esta orquesta pa’ que hasta los santos se emocionen, no puede faltar en el repertorio «Viejo Rincón»… ¡Ese tango tiene el alma de los arrabales que hasta a los ángeles les da nostalgia!
El Papa Francisco, que conoce cada letra de tango como si fueran salmos, asintió con una sonrisa:
-Tenés razón, Raúl. «Viejo Rincón» es de esos temas que le hablan al corazón… como un rezo con lágrimas de vino de sacristía.
Carlos Gardel, siempre oportuno, murmuró desde su nube:
-«…Viejo rincón de mis primeros tangos…» —y todos suspiraron, recordando sus propias esquinas perdidas.
Oscar Domínguez, productor avezado, anotando en el cuaderno sagrado del repertorio, anunció:
-Queda oficial: «Viejo Rincón» será el himno de los ángeles arrabaleros. Pero con un arreglo de Piazzolla pa’ que suene a cielo y tierra a la vez.—
Aníbal Troilo, emocionado, ajustó la afinación de su bandoneón, y lo abrió y cerró como altanería tanguera guiñandole el ojo a Francisco y dijo:
—Y si no les gusta, que me manden al infierno… ¡Pero el infierno ya tiene su propia orquesta de fuego!—
Y así, entre risas y algún «Dios nos ampare» cómplice, el tango más querido de Raúl De Los Hoyos se coló en el setlist divino (lista de canciones del cielo).
Era , sin duda alguna, la gran noche Celestial del Tango en el Café El Cielo.
El ambiente en el Café El Cielo ya estaba cargado de magia tanguera cuando, de pronto, se abrió la puerta con un viento melodioso. Entraron Héctor Del Mar «Pety» López (el «cantor de Saladillo»), acompañado nada menos que por San Pedro y Santa Cecilia —Patrona de la Música y los Músicos—, iluminando el local con un aura divina.
San Pedro, con su tono ceremonioso pero con sonrisa de compadre, se adelantó y presentó a Pety López ante el Papa Francisco y la mesa de las leyendas:
—»Santidad, les traigo a un alma que canta con el corazón, un tipo que hasta los serafines le piden bis. ¿Cómo no va a estar en esta orquesta?»
Nadie objetó. Cómo oponerse si hasta Santa Cecilia asentía con un gesto, mientras afinaba su lira celestial. Pety López, emocionado, avanzó, saludó a todos con un abrazo de hermano de la familia del tango de Saladillo y, al encontrarse con Oscar Domínguez y Raúl De Los Hoyos, el reencuentro fue tan cálido que hasta el bandoneón de Troilo solo tocó staccatos de emoción.
Entonces, el Papa Francisco, levantando su mate cocido sagrado (que nunca se termina), anunció con voz de «última revelación tanguera»:
– «¡Y ya que estamos, agreguemos al repertorio los tangos que hacen temblar las estrellas: «Diciembre de Fe», «La Yumba», «La Cumparsita», «Adiós Nonino», ‘Libertango’, «Volver», «Uno», «Sur», «Garúa», «La Última Curda», «Pan» y «Al Mundo le falta un Tornillo»… ¡Pa’ que hasta el Demonio se arrepienta de no saber bailar!»-
El Café El Cielo estalló en aplausos. Los ángeles parroquianos se elevaban y descendían diciendo en coro ¡aleluya, a-ale-yuuuu-yaaa!
Piazzolla hizo una variación de «Libertango» con el bandoneón, Raúl De Los Hoyos tomó un violín, uno de sus instrumentos, y generó un glissando que sonó a trueno de Dios. ¡Que barbaridad! exclamó Santa Barbara, -¡esto es una explosión de sonidos únicos!-
Gardel encendió un cigarrillo imaginario y sobre el pucho murmuró: «Esto sí que es una juntada de angelical…»
Troilo y De Los Hoyos empezaron a tocar «La Cumparsita» en tiempo de milonga, mientras Santa Cecilia marcaba el compás con su halo, y dijo en voz alta ¡me gusta más que la lira!
San Pedro, olvidándose por un rato de las llaves del Reino, se puso a hac er un ocho como en sus tiempos de «pescador de almas» arrabalero.
Y así, entre abrazos, risas y algún «che, esto lo teníamos que haber hecho antes», la Orquesta Típica Tango de El Cielo quedó oficialmente fundada… con un repertorio que haría temblar hasta el mármol de los santos.
El Café El Cielo vibraba con el murmullo de los parroquianos y el aroma espeso del café recién colado, el matec especial de El Cielo, cuando, de pronto, la puerta se abrió con un golpe de aire fresco. Era Aníbal Iocco, el reconocido bandoneonista de Saladillo, cuyo nombre resonaba en los círculos tangueros con admiración. Al enterarse de la formación de la nueva orquesta, no había dudado en acudir, ansioso por reunirse con sus viejos camaradas.
Al cruzar el umbral, sus ojos brillaron al reconocer entre las luces brillantes las figuras de Oscar Domínguez y Pety López. Sin mediar palabra, se abrió paso entre las mesas y, con una sonrisa amplia, los abrazó con fuerza, como si el tiempo no hubiera pasado.
—¡Carajo, cuánto les debo a estos muchachos por no avisarme antes! —bromeó Iocco, mientras Domínguez le palmaba la espalda y Pety le ofrecía un asiento junto a ellos—. ¿Y me van a dejar fuera de esta locura? ¡Con un bandoneón menos, no es orquesta, es un duelo de guitarras!
Las risas se mezclaron con el tintinear de las tazas, y en ese instante, entre abrazos y recuerdos, quedó claro que la música que vendría sería tan grande como la amistad que los unía.
El abrazo entre los tres aún resonaba cuando Aníbal Iocco, alzando la vista, vio a Raúl De Los Hoyos acercarse desde la penumbra del café. Sus ojos se iluminaron y, soltando a Oscar y Pety, extendió los brazos hacia él con un grito ronco:
-«¡Pero si es el Gran Raúl! ¡El único que me hace dudar si tocar o componer como él»
Raúl, sorprendido por el título, se rió mientras aceptaba el abrazo:
-«¡Che, Aníbal, bajá un cambio! Que estos pibes van a creer que soy Gardel…»
Justo entonces, desde la barra —entre el humo estelar y el brillo dorado de las botellas— una voz inconfundible, grave y melodiosa, cortó el aire como un verso de tango:
-«¡Raúl, vos también sos un grande, eh! ¡Y no me hagas aparecer ahí para demostrarlo!»
Todos giraron hacia la voz. Era Gardel
Iocco, sin inmutarse, le gritó al Mudo:
-«¡Oiga, Don Gardel! Si se queda, le prometo un bandoneón que hasta lo hará bailar a usted…»
El café entero estalló en aplausos. Gardel hizo un gesto de «ya veremos» con la mano…
Todos contuvieron el aliento. Carlos Gardel estaba allí, con el funyi (sombrero) y una sonrisa que iluminaba el café.
«¡Don Carlos!» balbuceó Pety, levantándose emocionado y casi derramando el café.
Gardel guiñó un ojo:
-«Cuando escuché que se juntaban los cracks, le dije a Francisco: «Esto no me lo pierdo» Se acomodó en la silla que Oscar le acercó. Pero no se queden mudos, ¡sigan! Iocco, vos tocabas algo de «Lo han visto con otra» que hasta a las piedras hacías llorar… y nuevamente Carlos y Pety López entonaron «…Tango, tango,vos que estás en todas partes, esta noche es la ocasión, de que llegue hasta su reja, el eco de una queja, de un triste bandoneón…»
Troilo, emocionado por tanto lujo artístico, ser acerco a Oscar Domínguez y juntos comenzaron a tocar «Mano a mano»
El Papa Francisco, juntaba las palmas de las manos diciendo ¡Gracias a Dios!, a su lado San Pedro y Santa Cecilia bendiciendo a todos.
El Café El Cielo es un local de milagros en el corazón mismo del tango. (Continuará…)
Este cuento nació entre el duelo y unas noches de insomnio por la desaparición de este preciado amigo. Y pensé en esto, que se transformó en un cuento celestial en homenaje a Oscar, el tango y sus nobles artífices que tanta música nos dado.
Este relato mágico es un pequeño abrazo literario al tango y a esos seres luminosos —músicos, poetas, cantores— que, con sus notas y versos, convirtieron la existencia en un jardín de arte y resistencia a las adversidades. Ellos, con sus bandoneones gastados, sus guitarras desenfundadas, sus violines endemoniados, sus clarinetes llamadores, sus pianos intensos, armónicos, abrazadores, sus voces quebradas de nostalgia y sus letras que son pura filosofía arrabalera, nos enseñaron que la vida, aunque a veces duela, siempre merece ser cantada.
¿Por qué esta historia?
Porque el tango es más que música: es un refugio del alma. En sus compases laten las alegrías, las derrotas, los amores perdidos y las madrugadas de café. Y qué mejor que reunir a sus gigantes en un Café El Cielo, donde ni el tiempo ni la muerte pueden silenciarlos.
Porque estos artistas fueron generosos con su arte. Regalaron belleza en un mundo que a veces aprieta, y su legado es farol en la oscuridad. Gardel, Piazzolla, Troilo, Ferrer, De Los Hoyos… Cada uno dejó un pedazo de cielo en la tierra.
Porque el Papa Francisco, argentino y tanguero, es el puente perfecto entre lo divino y lo humano. En esta historia, él no es solo un pontífice, sino el compadre que junta a las almas bohemias para una última milonga en las nubes.
En este cuento, la música no es solo arte: es redención. Cuando San Pedro y Santa Cecilia bendicen la orquesta, cuando Pety López abraza a sus viejos amigos, cuando el bandoneón de Troilo llora «La Última Curda», queda claro que el tango es un lenguaje universal de consuelo y fiesta. Hasta Dios, en algún rincón del relato, debe estar marcando el compás con los pies.
Un Homenaje a los que se fueron… y a los que siguen aquí
Esta historia es también para los tangueros de hoy, los que mantienen viva la llama en las esquinas imaginaria s de la vida, los bares y las milongas. Para los que saben que, como dice el verso: «El mundo siempre fue y será una porquería, pero en el tango hay dignidad».
Y sobre todo, es para vos, que leés esto con un tango en el corazón. Porque, al fin y al cabo, todos tenemos un «Viejo Rincón» al que volver.
Homenaje a Oscar Domínguez, «El Fueye Amigo»: El alma tanguera, el espíritu brillante que Inspiró esta historia entre el cielo y la tierra
Este cuento no sería posible sin Oscar Domínguez, «El Fueye Amigo», ese hombre de tango y corazón grande que, con su bandoneón en el alma y sus manos generosas, motivó esta historia como tributo a la música, la amistad y la memoria.
¿Por qué Oscar es el factotum de esta personalidad artística que entra en la leyenda?
- Gestor Incansable: Fue él quien, con su lucha silenciosa pero tenaz, encendió la chispa en sus colegas para acompañarme en esta tarea emprendida para que Raúl De Los Hoyos y su legado no cayeran en el olvido. Este relato es, en parte, un abrazo de tinta y papel a esa batalla noble.
- Puente entre generaciones: Oscar, como músico y difusor del tango, sabe que la música no es solo sonido: es identidad. Por eso, en esta ficción celestial, él es el «representante de artistas» que une a Gardel, Piazzolla y De Los Hoyos en un mismo pentagrama.
- Amigo del Alma: En el cuento, ese abrazo entre Oscar, Pety López, Aníbal y Raúl De Los Hoyos no es casual: es un guiño a los lazos reales, a esas noches de café y música, en algún lugar de este mundo, donde el tango con ellos fue milonga, alegría, esparcimiento, imaginación, sentimentalismo, amor, consuelo y fiesta, con estos nombres que se vuelven invisibles en los tiempos de la tierra, pero no en el cielo.
Raúl De Los Hoyos: El músico que merecía un Cielo de Tango.
Esta historia también nace para celebrar a Raúl, ese artista que, como tantos, iluminó calles, cafés, teatros porteños y de Saladillo con su música, pero que el tiempo injusto a veces desvanece. Por eso, en el Café El Cielo, él no es un fantasma: es el dueño del local, el anfitrión que sigue tocando para la eternidad.
Epílogo: La Verdadera Orquesta del Cielo
Quizás, en algún rincón del universo, esta orquesta ya exista: Oscar Domínguez negociando con San Pedro para que «Diciembre de fe» suene en el portal celestial. Raúl De Los Hoyos tocando «Viejo Rincón» mientras Gardel canta a dúo con «Pety» López «…Hoy vuelvo al barrio que dejé y al campanearlo me da pena…No tengo ya mi madrecita buena, mi rancho es una ruina; ya todo se acabó…». El Papa Francisco, anotando en un cuaderno sagrado los tangos que «hay que salvar del olvido».
Y mientras tanto, acá en la tierra, quedan los que siguen luchando -como vos- , si como vos que estás leyendo este escrito, para que el tango no sea solo recuerdo, sino vida.
«Gracias, Oscar, por ser el fueye que nunca dejó de soplar… y gracias, Raúl, por la música que sigue sonando, aunque no siempre escuchemos el eco.»
PD: Si algún día la Orquesta Celestial hace su «gran debut en la Tierra», ya sabés: reservá entrada. Porque va a ser «pa’ bailar hasta el último tranco».
¿Qué mensaje le mandarías a Oscar, «Pety», Aníbal y Raúl desde este lado del cielo? (Porque en el Café El Cielo, hasta los susurros llegan)
RAULDELOSHOYOS.COM-SITIO CULTURAL – SIN FINES DE LUCRO
Es fundamental que los archivos sonoros, gráficos y audiovisuales sean considerados un bien cultural.
La UNESCO ha elaborado recomendaciones para la salvaguardia de estos materiales como parte de la memoria
del mundo. Algunas políticas culturales han permitido tomar cierta conciencia de las pérdidas y cómo poder frenar el deterioro de los archivos sonoros, gráficos y audiovisuales, sobre todo de aquellos que se encuentran en una irreversible obsolescencia como lo son los soportes analógicos, o los que tienen como soporte el papel. (Ver Textos fundamentales de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial 2003: https://ich.unesco.org/doc/src/2003_Convention_Basic_Texts-_2018_version-SP.pdf) La era digital que nos atraviesa permite disponer de novedosas herramientas que podemos aplicar para atesorar y resguardar todo, con la participación de la comunidad y decisiones políticas en la misma dirección.
Cada tango es una historia
En cada tango un pedazo de historia, un renglón de vida que los músicos, poetas y letristas componen bellamente para trenzar los renglones de tinta virtual y quedar mirándonos en este espejo musical del amor y los actos humanos. Y que no falte nunca el abrazo tanguero.
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Raúl Joaquín de los Hoyos es Patrimonio Cultural de Saladillo (2018) y Ciudadano Distinguido Post Mortem (2019).
En 2023 el Honorable Concejo Deliberante de Saladillo sancionó una ordenanza instituyendo la Distinción Raúl De Los Hoyos a la Trayectoria Musical.
En el 2024, el Honorable Concejo Deliberante de Saladillo sancionó por unanimidad la ordenanza 17/2024, sancionó imponer el nombre “Raúl Joaquín de Los Hoyos” a una calle de la ciudad de Saladillo.-
Luis Perrière, creador y director de www.rauldeloshoyos.com, el sitio cultural dedicado a difundir la importante obra de Don Raúl De Los Hoyos y los valiosos nombres de los creadores que cimentan el patrimonio cultural saladillense, y del Canal Luis Perrière, en YouTube, con más de 490 videos dedicados sustentar las creaciones del pianista. Los sitios son sin fines de lucro, no contienen publicidad, y son sostenidos con recursos propios y ad honorem.